Puesta en Valor de la “Casa de la Cultura de Totora”
La edificación puesta en valor está ubicada a una cuadra de la plaza principal, hacia el oeste, en la esquina formada por las calles Rodolfo Soriano y el Pasaje Mercado. Se trata de un inmueble que forma parte del conjunto urbano señorial del centro de Totora, donde la clase social dominante se había concentrado hasta mediados del siglo XX.
El proyecto original, de dos patios, fue diseñado y construido como vivienda familiar. Según las referencias logradas, el primer propietario registrado fue don Rosendo Saucedo, en 1903. Sin embargo, a partir de los análisis arqueológicos y estudios realizados para la intervención, se estima que a fines del siglo XVII habría existido en el lugar una construcción previa, relacionada con los «oficiales reales», quienes se encargaban de controlar el «Quinto Real» durante el periodo colonial.
En 1912, la Municipalidad adquirió el inmueble de Saucedo para funcionar como Casa Consistorial. En ese marco, de acuerdo a testimonios de los pobladores, durante un corto periodo habría cumplido funciones de escuela, utilizando sus habitaciones como aulas. Si bien su funcionamiento como establecimiento educativo fue breve, el carácter público y municipal de la edificación se ha mantenido hasta la actualidad.
El progresivo empobrecimiento de la zona generó el declive de sus instituciones públicas e implicó la falta de mantenimiento de los bienes inmuebles a su cargo. En ese marco, varias de las habitaciones quedaron reducidas a depósitos y parte de las construcciones del segundo patio se desmoronaron paulatinamente. A esa serie de daños se sumaron las consecuencias del movimiento sísmico de 1998, que la afectaron seriamente.
En este contexto, la Alcaldía Municipal de Totora contactó al PRAHC-UMSS, para que -con el auspicio de la UNESCO- se realicen el diagnóstico, relevamiento y propuesta, así como las sugerencias de puesta en valor. Posteriormente, gracias a la gestión del Viceministerio de Cultura, UNESCO-Bolivia y el PRAHC-UMSS, se logra conseguir los fondos para elaborar el proyecto y, con ello, la propuesta técnica y presupuestaria. Bajo este mismo cobijo institucional, el Municipio de Totora y el PRAHC-UMSS presentan el Proyecto a la Prefectura del Departamento de Cochabamba, buscando que cubra los fondos para su implementación. Luego de un proceso de gestión, se logra que la Prefectura corra con los gastos de ejecución de la primera fase, el Municipio se mantenga como propietario del inmueble y el PRAHC-UMSS lleve adelante la obra.
Vale la pena resaltar que la ejecución de esta obra, a insistencia de las autoridades locales (el Alcalde Municipal de Totora, Edmundo Novillo y los Consejeros Departamentales, Filemón Escobar y –posteriormente- Celima Torrico) se llevó adelante por el PRAHC-UMSS sin ganancia, es decir, apoyando la posibilidad de que dos instituciones públicas como el Municipio y la Universidad Mayor de San Simón, logren un mayor aprovechamiento del presupuesto adjudicado, evitando los denominados “costos de ganancia de empresa”.
Una vez concluida la Primera Fase, cuyo acabado provisional sirvió como ejemplo de criterios de soluciones posibles de consolidación estructural en edificaciones de este tipo, los mismos actores gestionaron ante la Prefectura del Departamento los fondos para la ejecución de la Segunda Fase, correspondiente a la obra fina.
El estado en el que se encontró el predio implicaba que las habitaciones del primer patio habían sufrido pocas modificaciones; en cambio, la edificación del segundo patio, donde originalmente se ubicaban las dependencias de la servidumbre, había desaparecido parcialmente. El primer patio como articulador principal, tenía un escenario, al parecer vinculado a la realización de actos cívicos y representaciones artísticas desde su origen. En la planta alta, la mayor parte de los ambientes se comunicaban por una galería. Así como en gran parte de los inmuebles en Totora, las fachadas conservaban casi intactos sus elementos constitutivos, aunque deteriorados por el paso del tiempo. Se podían ver fisuras de asentamiento, por la falta de mantenimiento y –sobre todo- como efecto del sismo de 1998.